Las librerías necesitan sensores antirrobo, debido a que los libros y otros artículos son fáciles de robar de manera furtiva. Muchos afirman que leer nos vuelve cultos, educados y nos transmite valores. En realidad, hay muchas personas que aman la lectura y no están dispuestas a pagar por sus libros favoritos, por lo que recurren al hurto.
Los hurtos también pueden proceder de empleados, que generalmente son amantes de los libros. Las pérdidas anuales por robos hormiga son millonarias en las librerías de todo el mundo y afectan no solo a ellas, también a los escritores y las empresas editoriales. Afortunadamente, cada vez más tiendas consideran las razones por las que deben instalar alarmas antirrobo.
Ahora bien, ocurrió un caso que se popularizó en el país en el 2019, donde Ricardo Valero, embajador mexicano en Argentina, supuestamente hurtó un libro en la librería El Ateneo Gran Splendid. Tras ello, algunos reporteros mexicanos investigan las medidas que aplican en caso de una situación similar. Cuestionaron a las grandes librerías, como el Sótano y la mayoría respondió que aplicaban un protocolo, que consiste en detectar al ladrón, alertar al personal de seguridad, detenerlo y llevarlo posteriormente ante las autoridades.
El protocolo es funcional, no obstante, no logra dar con la mayoría de los ladrones. Se necesitan tecnologías sofisticadas, como los sensores antirrobo. Son tres los tipos disponibles para librerías basados en distintas frecuencias: AM, RF y RFID.
Tecnología AM
Su composición y funcionamiento son los más sencillos de la lista, por lo que es la más asequible. Está conformada por dos elementos: etiquetas y antenas, que son una buena inversión. Las primeras constan de dos tiras metálicas con propiedades magnéticas y envueltas en plásticos, que pueden oscilar mecánicamente a su frecuencia de resonancia y moverse libremente. Para activarlas y desactivarlas, se recurre a su magnetización y desmagnetización.
Las antenas integran dos elementos. Uno emite pulsos magnéticos de 58 kHz, que desencadena la oscilación. Tras ese efecto, la etiqueta oscila durante un lapso. La otra parte percibe variaciones en su campo magnético y se activan las alarmas antirrobo si se cumplen requisitos, como frecuencia, nivel de señal y repetición.
Tecnología de radiofrecuencia
Siguen el mismo principio, pero operan de forma distinta. Requieren etiquetas con un condensador y una bobina en su interior, que conforman un oscilador o circuito resonante, que suena cuando se recibe una frecuencia específica y según las propiedades de sus elementos. La bobina posee una forma peculiar de círculos redondeados y el condensador la forma de una flecha azul apuntando la esquina de la etiqueta.
Necesitan sensores antirrobo de grandes dimensiones en las entradas de las tiendas. No pueden identificar información de los productos, pero si emiten señales para activar la alarma antes de las extracciones ilegales. Comúnmente, las etiquetas resuenan a una frecuencia entre 1.75 MHz a 9.5 MHz. Tienen un diseño plano, por tal motivo, suelen añadirse tras los códigos de barras en pequeñas etiquetas, lo que lleva al siguiente tipo.
Tecnologías de identificación por radiofrecuencias (RFID)
Los tipos señalados son funcionales, pero no permiten identificar los productos robados. En las librerías se requiere una óptima gestión de los inventarios, lo que puede facilitarse con las etiquetas RFID, que implican la activación de señales específicas, según el identificador único en ellas. Operan en distintas frecuencias y se dividen en dos:
Pasivas
Se activan mediante ondas de radio emitidas por un lector. Son asequibles, ya que no requieren fuente de alimentación. Son también útiles en productos con altos precios. Tienen un rango de lectura limitado, que va de 1 cm hasta 1m, según su frecuencia y la del sensor.
Activas
Tienen su propia fuente de energía, por lo que tienen un alto rango de lectura (hasta de decenas de metros). Pueden ser leídos por sensores pasivos y son comunes en áreas con productos muy caros.
Ambas garantizan tanto la seguridad como la identificación de los libros. Hay incluso sistemas más sofisticados, que pueden determinar la ubicación de los productos mientras están en la tienda. Integran también memoria de escritura de los usuarios. Todas las etiquetas RFID tienen los siguientes elementos:
- Antena, que captura y reenvía las ondas de radio.
- Sustrato, que es fijado en la antena y el chip y puede ser de plástico o papel.
- Chip generador de un código único de identificación para cada libro.
Hay otra alternativa usada en menor medida en librerías: la tecnología electromagnética. Su funcionamiento está basado en campos magnéticos de alta intensidad y baja frecuencia, que se generan por las antenas transmisores. Al pagarse los productos, las etiquetas antirrobo no se retiran, solo se desactivan tras ser escaneadas.
Si desean cualquiera de las tecnologías antihurto mencionadas, contacten a los expertos de Taltix. Marquen al (55) 5592 6774, (55) 5533 4822, (55) 5546 1904 o completen el formulario disponible en nuestro sitio web.